jueves, 27 de mayo de 2010

ESPONSORIZACIÓN

El libro desde sus orígenes no ha tenido ánimo de lucro, ni por parte del escritor, Antonio, ni de la persona entrevistada, Joaquín.

La voluntad de ambos ha sido la de dar a conocer a la sociedad en general, un modelo que le sirva de referencia a la hora de tener que enfrentarse ante cualquier contrariedad o sufrimiento.

Por este motivo pretendemos que el coste de esta edición, se cubra a través de la contribución desinteresada de aquellas personas que se sientan identificadas con el libro, y deseen contribuir económicamente.

Con este fin puedes contactar directamente a través de este blog y concretaremos la manera de realizar tu aportación.

ANTONI COLL, PERIODISTA:

Joaquín Romero me invitó a que escribiera el prólogo de su libro. Me gustaría recomendar ahora la página digital. Bucear en ella es enriquecerse del testimonio de una persona que no habla de teorías sino de su vida. Una vida que pudiendo resultar trágica resulta feliz.


A continuación presentamos una breve entrevista que recoge un cambio de impresiones entre Antonio y Joaquín, con el fin de documentar esta página web y presentar en Internet este pequeño gran libro.

1.- ¿Qué se ha descubierto que ayude a paliar la enfermedad?

Mi médico, nada más diagnosticarme la enfermedad, me advirtió que la esclerosis múltiple no se trata de una carrera de velocidad, sino de una maratón y que por lo tanto debía estar preparado.
Me volvió a insistir: "no quiero verte cruzado de brazos, la inactividad y desgana podrían hacerte mucho daño".
Me di cuenta que era importante conseguir una mayor autonomía aunque pudiera estar postrado en una cama.
En el año 2003 tuve la fortuna de poder colaborar profesionalmente con la empresa Toshiba, lo que me permitió orientar mi enfoque sobre la autonomía.
Posteriormente, y como guinda del pastel, tuve la suerte de conocer a Pablo Romero, director de marketing y recursos humanos de Toshiba, con el que además del apellido comparto una estrecha amistad que me ha alentado a lo largo de esta andadura.
Finalmente decidimos promocionar, tanto Toshiba como BJ, unos premios (Premios Romper Barreras) que reconocen la mejora de la calidad de vida a través de la tecnología.
Por fin Joaquín vería su sueño de la autonomía hecho realidad en sí mismo y en otras personas.

PREMIOS ROMPER BARRERAS

2.–¿Puedes explicar de primera mano tu experiencia vital?







3.– ¿De dónde sacas la fuerza para llevar tu enfermedad ?

Llevo la enfermedad acompañado en todo momento.
En este sentido la herencia más grande que me han dejado mis padres, además de la vida, ha sido la fe.
Con frecuencia me dirijo a mi madre la virgen María, especialmente cuando me veo más necesitado.
En el link que a continuación presento podemos trasladarnos en directo al santuario de Lourdes, donde consigo renovar mi empeño en la lucha y también pedir el auxilio que tanto necesito de la virgen.
A veces, cuando me encuentro en cama, sigo renovando estas visitas con el pensamiento.
Video Web Lourdes

4.- ¿Cómo consigues no desfallecer después de tanto tiempo ?

He llegado a la conclusión de que el dolor en sí no tiene sentido, es necesario buscarlo, encontrarlo y finalmente, cuando descubres su sentido, amarlo.
Yo lo he encontrado a través de la consideración frecuente del viacrucis, que podemos ver en el vídeo adjunto.

Parte 1. Via Crucis
Parte 2. Via Crucis
Parte 3. Via Crucis

5.- ¿Si una persona está enferma y no es creyente ¿cómo podría entender el dolor ?

No he encontrado ningún sentido al sufrimiento fuera de la religión católica. Te animo a que veas y escuches las respuestas que dio el fundador del Opus Dei al sufrimiento, en unas tertulias de familia que puedes en los links que te adjunto.
También creo que es una oportunidad muy buena que tiene la persona no creyente, para bucear y descubrir el sentido del dolor, que en definitiva es el sentido de su vida.

VIDEO1."El cuidado de los enfermos"
VIDEO2."A la hora de la muerte"
VIDEO3."Ante un hijo enfermo"
VIDEO4."Cuando los hombres lloran"

Capitulo II - La entrevista

A continuación transcribo la entrevista que me hizo Antoni Coll y fue publicada el 29 de Octubre de 2003 en el Diari de Tarragona, periódico que entonces dirigía. Dicha entrevista se reproduce íntegramente en el segundo capítulo del libro El invitado imprevisto.


¿Quién es Joaquín Romero?
Yo mismo me lo pregunto a veces. Me digo: Dios mío, ¿quién es esta persona que ahora va en la silla de ruedas? Yo estudiaba, jugaba al fútbol, hacía una vida normal. Y éste de la silla parece otra persona. Entonces aterrizo y me digo: Eres el mismo Joaquín, sólo ha cambiado la situación.

¿Qué se siente cuando la enfermedad llama a la puerta?
Es como si te llegara a casa un invitado de honor que se presenta sin haberlo invitado. No sabes si decirle: «¡Qué alegría!» o « no hay comida para ti». Luego hay que aceptarlo, uno no puede echarlo de casa; hay que saber tratarle, hablarle, escucharle para saber qué quiere, qué le conviene.

La primera sensación debe ser terrible.
Esta enfermedad es como una carrera de obstáculos. Hay personas que se quedan en el primero. ¡Dios mío!, pienso, si éste me lo salté yo sin darme cuenta. Este primer obstáculo es hablar, decir lo que uno siente. Sirve para que te ayuden, pero también para conocerse a uno mismo en esta situación nueva. Entonces le dije a mi invitado: no contaba contigo, pero ya que estás aquí y has venido a vivir conmigo, tómate algo.

¿Cuando llegó el invitado?
A los 22 años. Mi vida hasta entonces había tenido momentos mágicos. El primero fue a los 14 años, cuando acabé octavo de EGB con buenas notas, me fui a Menorca de vacaciones con mi familia, luego a Italia con unos amigos. Jugaba al fútbol, me gustaba mucho. El segundo, al comenzar la carrera de aparejador. Tenía dos grandes ilusiones para mi vida: llegar a ser un buen profesional, casarme y tener muchos hijos.

Y de repente irrumpe la enfermedad…
No tan de repente. El primer año lo pasé en manos de médicos que me hacían pruebas. Acabé la carrera, pero los exámenes finales ya no pude hacerlos por escrito porque se me paralizaban las manos. Hablé con cada uno de los profesores para que se mostraran comprensivos y me permitieran examinarme de forma oral.

Supongo que todos accedieron.
Todos menos uno.

¿Por qué?
Dijo que era un hombre de principios.

¿Qué principios?
Bueno, el caso es que lo aprobé todo.

¿Cuándo llegó la silla de ruedas?
Cuando no hubo más remedio. Primero utilicé una muleta, luego dos y un día… la silla. Quería ir al funeral del padre de un amigo y no me sentía con fuerzas para andar los 50 metros que había desde el aparcamiento hasta la iglesia. Un amigo me llevó en coche y metió dentro una silla de ruedas por si la necesitaba. Intenté andar la distancia con muletas, pero no pude. Entonces mi acompañante sacó del coche la silla, me subí y al llegar a la iglesia creí morirme. Todos me miraban; me sentí apuñalado por tantos ojos.

¿Uno se acostumbra?
Sí, a lo que uno no se acostumbra es a que a veces haya gente que, al verte en una silla, te habla como si no fueras normal. En cambio ves el deseo de ayudar que tienen muchos. Creo que nosotros también les ayudamos, a que sean mejores, a que tengan una actitud buena con los demás.

¿De la silla manual a la eléctrica?
Es un gran paso para ser más autosuficiente y no necesitar de la ayuda de otros. Aunque la primera vez que salí solo a la calle con ella quise montar en un autobús y al subir la rampa se volcó la silla hacia atrás y quedé en el suelo de espaldas y con la silla encima. ¡Vaya número se montó!

¿Qué puede pasarle cuando la silla tampoco sea suficiente?
Pregunté a una asociación alemana que tiene muchas aplicaciones técnicas útiles a quienes padecemos esta enfermedad degenerativa qué caso extremo de parálisis se puede dar. Me contestaron: que uno sólo pueda mover las pestañas.

¿Qué hace en esta situación?
Ponerme a trabajar. Con mi hermano Borja, ingeniero de Telecomunicaciones, diez años más joven, adaptamos mi vivienda para que yo pueda valerme por mí mismo, para ir desde la cama al baño y a la ducha, o pueda abrir la puerta, las ventanas, poner la televisión, hablar por teléfono, escribir en el ordenador, etc.

¿Lo consiguen?
Sí, y después montamos una empresa con nuestras iniciales, B & J Adaptaciones, y comenzamos a buscar clientes, personas que hayan quedado parapléjicas o tetrapléjicas a causa de alguna enfermedad o un accidente. Hablamos con el Instituto Guttmann, el de mayor renombre, con otros centros de rehabilitación, asistentes sociales… y ofrecemos adaptar la vivienda o la habitación del minusválido, hacerle un traje a la medida de sus necesidades concretas derivadas de la situación en la que se encuentre y lo hacemos con ayuda de nuestros conocimientos técnicos y de mi propia experiencia.

¿Tienen clientes?
Sí, aunque no es fácil. Los clientes deben vencer la tentación del desánimo. Mi ventaja es que puedo hablarles de silla a silla, no como quien dice ponerse en su sitio desde la distancia.

¿Qué le dice a un cliente de los que vienen a verle que se rebela preguntándose por qué Dios permite su sufrimiento?
Comienzo diciéndole que es muy positivo que se haya hecho esta pregunta, y le comento que ante cualquier pregunta hay que buscar una respuesta y que si quiere puedo echarle una mano en tratar de encontrarla. Un motivo podría ser para que nos acordáramos más de Dios, que quizá lo teníamos olvidado. Si fuera así, si es una ocasión para estar más cerca de Él, hay que comenzar por tratarle, pedirle perdón, darle un beso a través de la confesión. Le diría también: ve a verle ante el sagrario, quéjate, háblale y cuando no se te ocurra nada, vete y vuelve otro día. No pretendas conocerle en dos días. Una amistad requiere trato.

¿Qué es el dolor para usted? ¿Cómo lo define?
Es la llave, la respuesta a muchos interrogantes de la persona creyente. No tiene ningún sentido que no pase por la trascendencia. Te enseña a conocerte más a ti mismo, a poner cada cosa en su sitio. Y a conocer mejor a los demás, a ser comprensivo con sus limitaciones.

¿Se acaba queriendo al invitado imprevisto?
Sí, pero no por él mismo. El sufrimiento no es un bien en sí, como una casa, un coche, un amigo. Al dolor no se le quiere sin más, hay que apoyarse en algo, en unas muletas. Y entonces el dolor es el mismo, pero la forma de llevarlo es distinta.

¿Dónde ha encontrado estas muletas?
En Dios. En mi caso a través del Opus Dei, para quien los enfermos son un tesoro. Yo pensaba que no podría trabajar, tener vida social y me ayudó a descubrir que mi trabajo debería ser mi enfermedad y que ella sería ocasión para tratar de ser mejor yo mismo y ocasión para acercar a otras personas a Dios, con la sonrisa, por ejemplo. Estuve en Roma, en la canonización del fundador. La víspera estaba en cama, en Barcelona, agotado por el efecto que produce la cortisona que me dieron por un brote reciente de la enfermedad. Pero al día siguiente pude estar en la Plaza de San Pedro, con mi silla de ruedas abriéndose paso, como otras muchas, entre tanta gente. Fui feliz, aunque me cansé mucho. Mi invitado vino conmigo, como a todas partes.

Prólogo

Este es un pequeño libro que narra una aventura grande, cómo se puede ser feliz en el dolor, cómo se puede ayudar a otros desde la propia necesidad, cómo una silla de ruedas puede ser movida por la robótica espiritual de una sonrisa".
A continuación os dejo el generoso prólogo del libro que escribió Antoni Coll, un buen periodista amigo mío.


Este es un pequeño libro que narra una aventura grande: cómo se puede ser feliz en el dolor, cómo se puede ayudar a otros desde la propia necesidad, cómo una silla de ruedas puede ser movida por la robótica espiritual de una sonrisa.

He de reconocer que soy uno de los aludidos en el primer capítulo cuando el autor se refiere a que varios amigos le  insistieron en que escribiera un libro. Tengo una justificación: mi asombro desde la primera vez que oí hablar a Joaquín Romero. Lo hacía en una sala amplia, desde la silla de ruedas, ante unas veinte personas. Me llamó la atención la naturalidad con la que comentaba cosas que en realidad eran lecciones de coraje. Su optimismo y alegría suponían un llamativo contraste con su situación personal que todos conocíamos, de parálisis progresiva e incurable. Su serenidad era la demostración más clara de una victoria.

Aparte de ello, me llamó la atención un aspecto formal de su charla, su fluidez verbal, como si estuviera acostumbrado a hablar en público. Cumplía el precepto de la oratoria que dice que no se debe hablar atropelladamente por precipitación, ni pausadamente por engolamiento. Su riqueza de expresiones y uso de metáforas podrá identificarlas fácilmente el lector en este libro que, siendo tan humano y a la vez tan espiritual, huye de los tópicos al uso del lenguaje que caracteriza estos ensayos.

Periodista al fin, tras aquella charla que le oí, no pude evitar la tentación de pedirle una entrevista formal que me concedió amablemente y que ha reproducido por entero. Después he tenido ocasión de hacer algún breve texto primerizo por encargo de la empresacreada por Joaquín y su hermano Borja. Lo de primerizo responde a que cuando sólo eran cuatro personas, entre las que se repartían los cargos, cual si se tratara de una realidad virtual, ya ponía mucho empeño en que se definieran bien los objetivos de la sociedad y se explicaran a los posibles interesados, socios y clientes. Entonces Joaquín Romero, con las manos inhábiles ya para la escritura, dictaba un mensaje, una idea, un texto. Por mi parte me limitaba a escribirlo en el ordenador y a recibir su respuesta cuando se lo enviaba: “¡Brutal!”.

No diré que fuera un adjetivo especialmente poético, pero era la máxima expresión de su gratitud por un pequeño servicio que nada había añadido al mérito de quien aportaba la idea y el modo de expresarla. Nunca he visto tanto agradecimiento a un espejo.

Han pasado los años, Joaquín empeora y su empresa crece. Aquel evangelio del “conviene que yo mengüe…” se hace  realidad. A medida que él pierde movilidad en sus miembros, cada vez hay más personas que se benefician de los instrumentos fabricados a partir de la experiencia de las propias necesidades y cada vez da más gloria a Dios con la aceptación alegre de sus contrariedades y dolores.

Lo llamativo es que esta situación la afronta con absoluta normalidad, con ánimo, incluso con manifiesta alegría. A veces uno está tentado de decirle: Por favor, Joaquín, disimula un poco, que la gente creerá que no tienes nada y que exageras. A lo que él respondería sin duda: “¡Oh! Me han descubierto. Ahora tendré que levantarme de la silla”.

Si alguien abre este libro con la idea de asomarse a un lamento, a una desesperación o a una rebelión, pierde el tiempo. Encontrará dramatismo,pero envuelto en esperanza y paz. Se acepta generalmente que el dolor tiene mucho de misterio. Muchos escritores y poetas lo han expresado así y en el texto del libro se recuerda a André Frossard, afligido por la muerte de su hijo y a C.S. Lewis, compungido por la desaparición de su esposa, un dolor llevado a escena en la película “Tierras de Penumbra” con Anthony Hopkins como protagonista.

“Tierras de luz” corregiría Joaquín Romero, con su experiencia de que la penumbra y la oscuridad son vencidas por la luz que procede de la fe. Porque ésta es otra característica del libro: la religiosidad que transpira, no sólo  lejada del lenguaje tópico, sino también del análisis irreal de la vida humana. Es imposible diseccionar la vida separando cuerpo y espíritu, realidad y esperanza, como si se tratara de dos personas. Hay sólo un Joaquín Romero, solitario en su dolor, pero acompañado en su fe durante la noche; es el mismo que vive durante el día rodeado de amigos y que emplea el sobreesfuerzo que le resulta necesario para ayudar a otras personas con profesionalidad y con amor, con fe en la ciencia y con la ciencia de la fe.

Los capítulos de “El invitado imprevisto” se necesitan uno a otro como eslabones de una cadena. El hilo conductor podría ser una frase que al autor le gusta especialmente: “Los obstáculos están para saltarlos”. La esclerosis múltiple aparece de repente en su vida como una sentencia, pero lejos de hundirle, le hace fuerte. Encuentra “el sentido del dolor”, que no le evita “la noche oscura”, pero gracias a “la vocación” (voy siguiendo con la enumeración de los capítulos) no sólo es capaz de sobreponerse, sino que ve en su enfermedad una ocasión de “dar testimonio”.

Joaquín Romero presiente que su vida no será tan larga como la de una persona sana, pero consciente de que se siente en manos de Dios, está seguro de que tendrá un “final feliz”, cuando, por la misericordia divina, sea llamado a disfrutar de una vida eterna sin las limitaciones de la presente.

He aquí pues un bello libro lleno de optimismo que no puede leerse sin ser movido a la admiración y al afecto. Una lección de entereza dictada desde la humilde cátedra de una silla de ruedas.

Antoni Coll Gilabert

Fotos de família


Joaquin 1970



1971 - Los 3 hermanos motorizados en la terraza de su casa



1972 - Ha nacido el 4º, Carlos. Veraneo en Ciudadela



1978 - Joaquín con 10 años



1979 - Los 5 con su madre, en la viña de su tío



1984 - Toda la familia en la terraza de casa



1987 - Joaquín, a los 19 años



Con una familia muy amiga



1999 - Contemplado por sus hermanos



1994 - ¡Venga Joaquín, canta con nosotros que lo hacemos
muy bien!



9 abril 2008 - ¡40 cumpleaños feliz!



Con su hermano Borja,compañero de la aventura empresarial



Recibiendo un premio de manos de la Infanta Cristina