viernes, 21 de diciembre de 2012

La esperanza de mi enfermedad

Sagrada Família - Façana Naixement
La Sagrada Família de Gaudí, en Barcelona
Aparentemente puede parecer una contradicción hablar de enfermedad y esperanza a la vez; nada más alejado de los deseos de felicidad del hombre que sufrir una grave enfermedad.

Ahora que nos acercamos a las Fiestas de Navidad he querido fijarme precisamente en algo así.
Desde luego coincido en la afirmación anterior, pero me parecería igualmente absurdo intentar huir de la muerte, como de la enfermedad.

Llegados a este punto la mejor felicitación de Navidad que podría hacer a todo el mundo, especialmente a aquellas personas con alguna discapacidad, es aprovechar estas Navidades para profundizar en el sentido del sufrimiento humano.

Personalmente esto me ayuda a diario a descubrir a Dios en mi vida.

Por supuesto que me uno a los deseos de paz, felicidad…que suelen acompañar estas fiestas, pero mis padres me enseñaron de pequeño que en la Navidad celebramos el nacimiento del Niño Dios.

No me veo capaz de convencer a una persona, por las simples fuerzas humanas, de la existencia del cielo -una Vida después de la muerte-; pero sí he podido comprobar que el hecho de haber conocido a Dios, ha sido una ayuda inestimable para sobrellevar mi esclerosis múltiple.

Hay momentos en los que pienso que todo lo que me está pasando es una locura, ¡una pesadilla, añadiría yo!, pero me doy cuenta que en los años de vida que quiera darme Dios, puedo ganarme toda una eternidad, a pesar de mi silla de ruedas, mi esclerosis, mis noches interminables de insomnio…

En mi lucha diaria me ayuda saber que puedo contar con la esperanza de este cielo. Además soy consciente que puedo contribuir, tal y como decía mi abuela, a que muchas otras personas también se lo ganen.

Os deseo una feliz Navidad y un año Nuevo en el que todos puedan descubrir el tesoro tan grande del sentido del sufrimiento humano, tal y como me ha ocurrido a mí.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

La alegría de mi enfermedad

"Los enfermos sois un tesoro", me dijo el 17 de septiembre de 2004
Parece que fue ayer cuando un 17 de septiembre de 2004, pude estar de tertulia con el Prelado del Opus Dei en la escuela deportiva Brafa.

En aquella ocasión el Padre, que así le llamamos cariñosamente en el Opus Dei, nos pudo saludar justo antes de la tertulia a Aurelio, Xavi, Santi y a mí.

El pasado día 2 de diciembre tuve la ocasión de estar de nuevo con él y me ha permitido comprobar una vez más el cariño y las atenciones que tiene con los enfermos. Ese día Xavi y Aurelio no me pudieron acompañar, pero nos habrán seguido desde el cielo.

Esta vez la tertulia tenía lugar en el salón de actos de la UIC y podíamos estar unas 400 personas. Nada más entrar, mientras el Padre saludaba a las personas que le recibían, me vio y vino directamente hacia el lugar donde estaba.

Mientras empezaba la tertulia recordé las palabras que me dirigió en nuestro anterior encuentro: “en el Opus Dei los enfermos sois un tesoro, me apoyo mucho en tus  oraciones y ofrece las molestias por mis intenciones”.

La alegría tan grande que se respiraba en el ambiente me hizo olvidar por unos momentos mi condición de enfermo, realmente fue un momento mágico.

Las palabras que el Padre nos dirigió fueron una inyección de optimismo y me ayudaron a darme cuenta una vez más, que todo lo que se comentó era para mí un aliciente a seguir luchando, a pesar de mi esclerosis.

He podido comprobar que una enfermedad acompañada de Dios, no sólo resulta más llevadera, sino que se convierte –paradójicamente– en motivo de alegría.