lunes, 25 de marzo de 2013

Orando en la Super Bowl


Hace un tiempo, el pasado 3 de febrero, los hermanos Harbaugh –John y Jim–, se enfrentaron en la Super Bowl. Cada uno es entrenedor de un equipo –su padre les enseñó este trabajo– y, por primera vez, tuvieron que enfrentarse para disputarse el trono de la NFL.

No me quiero detener en los pormenores del partido, que no son, ahora, de mi incumbencia. Entre otras cosas, porque no sigo la Super Bowl. Pero me llamaron la atención dos cosas. Una, los elogios que se echan uno al otro –se llevan tan solo 15 meses–, a pesar de ser muy distintos de carácter y de ser conscientes de que uno de ellos ganaría; la otra cosa que me gustó fueron las declaraciones del que finalmente se declaró campeón, John –el mayor de los dos–, cuando le preguntaron sobre el secreto para ser campeón:
Oro antes y después de cada partido; y voy a Misa todos los domingos antes de cada partido. No rezo para ganar, sino más que nada, para que Dios esté cerca de mí.
Y se quedó tan "a gusto".

Digo que me llamó la atención porque no es muy común –desgraciadamente– oír a un tipo así. Y me alegró mucho. También me gustó el hecho de que reviviera la misa semanal para los jugadores y entrenadores católicos.

Cuando leí esta noticia pensé en la “gasolina” que ha movido mi vida durante todos estos años de enfermedad y me doy cuenta que la fe es de mucha  ayuda, para superar momentos de dificultad.

De esta manera situaciones adversas por los que pudiera atravesar el equipo, siempre se podrán afrontar con mayor espíritu de lucha y superación.

Aquí la entrevista entera.

sábado, 16 de marzo de 2013

Habemus Papam!


Poco después de las siete de la tarde de este miércoles 13 de marzo, llegó la fumata blanca en el Vaticano, indicándonos que ya teníamos nuevo Papa.

Nos sorprendió a todos el hecho que fuera el primer Papa de un país latinoamericano: el argentino Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco.

Esta mañana mi amigo Carlos me ha preguntado: ¿has visto lo del Papa?, ¿qué te ha parecido?, a lo que le he respondido: toda una sorpresa y a la vez una gran alegría. Te digo esto como creyente y como afectado de esclerosis múltiple.

Ante una enfermedad como esta me he podido dar cuenta una vez más, especialmente ahora que la enfermedad arrecia, que es imprescindible encontrar el sentido de todo lo que me pasa.

El hecho que ahora volvamos a tener Papa, después de unos días de sede vacante, me alienta y me da la seguridad de contar con una persona, que me ayudará a que el tesoro de la fe que he recibido de mis padres nunca se pierda.

Para mí es como si un barco hubiera navegado durante unos días a la deriva sin capitán, pero con tripulación.

Pude ver que el Papa Francisco, nada más ser Papa, nos hizo una petición que me tranquilizó y me ha servido de ejemplo:
la necesidad de rezar unos por otros y por el mundo entero, para que sea una gran fraternidad”

miércoles, 13 de marzo de 2013

Ismael, un cliente agradecido



En una ocasión vino Ismael, un cliente de la empresa con apellido árabe.

Habitualmente, con los clientes no acostumbro a entrar en el plano personal en la primera visita que nos hacen, pero en esta ocasión vino a mi casa y enseguida se fijó en los libros que tengo sobre mi mesa de trabajo de El invitado imprevisto.

La verdad es que los tengo “estratégicamente colocados”, ya que la primera edición, en la que aparece una fotografía mía, se ve a primera vista y al lado de ésta las otras dos ediciones, una encima de la otra, quedando al descubierto la edición inglesa.

Nada más entrar Ismael se dio cuenta de esto y me preguntó: –¿Has escrito un libro?–, a lo que respondí que "no", con el ánimo de prolongar la expectación e introducir la conversación hacia derroteros que me pudieran interesar.

Ante la cara de perplejidad le aclaré que esa fotografía fue el último baño que me di en Menorca, un mes de octubre y que dos buenos amigos eligieron esa fecha, donde sabían que no encontraríamos a nadie, con el fin de cumplir un sueño mío.

De pequeño había pasado veranos increíbles en la Isla y ellos sabían de mi pasión por el mar, por lo que sin pensarlo dos veces se encargaron de organizar el viaje y llevarme a “caballito” hasta la orilla de la playa. Hacía un poco de frío, pero podía más la ilusión que teníamos los tres.

Cuando le expliqué este suceso a Ismael, junto con la curiosidad que le había despertado el título, le di un ejemplar, a lo que él agradecido me preguntó: “¿cuánto es?” y le respondí: ¡mucho, no creo que pudieras pagarlo en toda una vida!

Viendo mí contestación se lo llevó complacido.

Pasado un tiempo volvimos a vernos en mi casa. Entró por la puerta con una bolsa debajo del brazo.

Nos saludamos y le pregunté si le había gustado el libro, me respondió que sí y que como no disponía de la cantidad de dinero que le pedí, me había hecho un cuadro con la fotografía de la portada.

Me sorprendió el detalle que tuvo conmigo y pensé para mis adentros la lección que me había dado.

Ismael me dijo desde el principio que él era un simple aficionado a la pintura. Entendidos en la materia me han confirmado este aspecto, aunque en esta ocasión ha podido más la delicadeza y la atención de Ismael.

Por este motivo he decidido poner el cuadro en una de las pocas paredes libres que quedaban en mi casa.

viernes, 1 de marzo de 2013

Dímelo con música


A veces es difícil expresar un determinado sentimiento de ánimo. Es para estas ocasiones cuando veo más irremplazable el arte. Y dentro de las manifestaciones artísticas, en concreto en este artículo me he querido centrar en la música.

A través de una canción es más fácil expresar sentimientos. Definir la belleza puede costar mucho. Sin embargo, cantar sobre algo bello es mucho más sencillo.

Con una canción además puedo describir conceptos, cosas concretas y en paralelo transmitir afectos, sentimientos, situaciones de dolor o angustia. Creo que se trata de una forma completa de comunicación.

Ahora me viene a la cabeza, por ejemplo, la canción “Palabras” de Alejandro Leonelli. Es un bello ejercicio musical que partiendo del amor transmite más con la música que con la letra, especialmente conociendo su historia.

Es una canción que he puesto a más de una decena de personas, y no he encontrado a nadie a quien no le haya gustado: engancha.

Desde la infancia tenia clasificada la música que más me gustaba por cantantes. Pero me acabé cansando de todos ellos conforme pasaba el tiempo.

Luego descubrí otra manera de clasificar la música: por amigos. De esta manera, si he quedado con tal persona, por ejemplo durante el trayecto en autobús, escucharé la música que le gusta para tenerle en la cabeza.

La música puede ser una ocasión para reforzar lo que uno lleva dentro. Pero como cualquier manifestación artística requiere que haya alguien al otro lado que comparta el sentimiento que se desea expresar.

El artista no es nada sin el público, y por ello la verdadera obra artística es el diálogo entre ambos.