jueves, 26 de febrero de 2015

No avanzar es retroceder


En el mes de abril cumpliré 47 años y llevo ya 25 enfermo de esclerosis múltiple.

Han sido innumerables las ocasiones que he tenido para dejar de luchar y tirar la toalla.

La fe que me transmitieron mis padres, me ha ayudado todo este tiempo a descubrir la capacidad de avanzar a pesar de la adversidad.

Suelo comparar mi enfermedad con una maratón, en la que debo dosificar muy bien todos mis esfuerzos.

Tengo claro que el final está en el cielo y todo lo que suceda hasta conseguirlo, es el camino para obtener el premio. En este sentido, a diferencia de una carrera de atletismo, mi única preocupación es lograr que otras muchas personas lleguen a la meta junto a mí.

En ocasiones mis amigos me han preguntado de dónde saco la fuerza para seguir adelante y no desfallecer, especialmente cuando son ellos los que se encuentran en primera persona con “el invitado imprevisto”.

Les explico el sentido tan grande que tiene en mi vida la Santa Misa, y cómo me da la fuerza necesaria para seguir adelante y no dejar de luchar.

El siguiente vídeo me ha recordado algo que siempre he tenido claro: “No avanzar es retroceder”; tanto en mi vida personal, como en la evolución de mi enfermedad.



Continuamente se ve cómo la ardilla huye del acoso implacable de un águila. En un principio pensé que el roedor poco podría hacer ante la fuerza y el poderío del ave. Finalmente la ardilla, con su destreza, logra escapar de las garras.

En la carrera de la vida lo importante no son tanto los obstáculos, como podría ser una enfermedad, sino no detenerse y tener puesta la mirada en la meta.