viernes, 25 de diciembre de 2015

A todos los que lucháis…

Me ha llamado la atención el vídeo navideño “A todos los que lucháis, Feliz Navidad” de la Clínica Universidad de Navarra:



En él aparecen dos personas afectadas por una dolencia, que son pacientes del hospital.

Carlos, el chico más pequeño, coge un muñeco de un superhéroe que hay en el Belén. Entonces aparece nuestro segundo protagonista con un cómic en la mano y resulta que trata sobre el mismo personaje que tiene Carlos en la mano.

Algo así me ha recordado un comentario que me hicieron en una ocasión:
“Una cosa es coger el autobús y otra ser arrollado por él” 
Cuando alguien tiene una enfermedad en este sentido, es como si el autobús le hubiera arrollado. Por lo tanto, conviene tener muy claro qué es lo que mueve la vida de una persona, para que luego pueda sobrellevar cualquier limitación o dolencia.

Cuando hablamos del dolor humano hace falta encontrar algo de peso que le dé cierto sentido. La fe que recibí de mis padres es lo que me ayuda un día y otro a sobrellevar las limitaciones de mi esclerosis.

Ahora, por ejemplo, la enfermedad me afecta a los pulmones y debo ponerme durante toda la noche y en momentos puntuales del día un respirador, lo que podría parecer algo insufrible sumado a las limitaciones de mi enfermedad. Esto puede ser una ocasión para rezar más por las personas que quiero y aprecio. El dolor será el mismo, pero la forma de sobrellevarlo cambiará radicalmente.

Algo así podría parecer que no tiene importancia, pero en el momento que después de esta vida hay otra, sí la tiene. En este sentido la ayuda de los sacramentos, como la Santa Misa, o la confesión son de un valor inestimable.

En ocasiones me he encontrado con personas totalmente descreídas que piensan que esto no es así, entonces yo les digo:
“En tu caso yo lo que haría para sobrellevar cualquier dolor, es buscar a ese Dios en el que no crees, encontrarle y no dejarle nunca”…
Hoy, que es Navidad, puede ser un buen objetivo descubrir una vida junto a Jesús: ¡FELIZ NAVIDAD!

Llegado a este punto, sólo quedaría preocuparse de hacer lo que dicen los protagonistas del vídeo: “Cuídamelo bien”.

domingo, 20 de diciembre de 2015

La historia del fracaso de Dios

Recientemente he este visto el vídeo del Papa y me ha llevado a preparar nueva entrada, ya que estamos en la recta final del tiempo de Adviento.



Puede sorprender que cuando queda poco para la Navidad, el Papa Francisco hable del Rosario y del Via Crucis. Realmente esto me ha recordado algo que no deja de ser paradójico: Un Dios que nace en una cueva y muere en una cruz.

Indudablemente detrás de algo así, se esconde algo grande. Esto ha hecho que quiera compartir en mi blog el Rosario y el Vía Crucis que rezo a diario y que tanto me ayuda a sobrellevar la esclerosis.

A continuación incluyo el Rosario y el Via Crucis:

Links misterios del Rosario:

  1. Gozosos (lunes y sábados)
  2. Dolorosos (martes y viernes)
  3. Gloriosos (miércoles y domingos)
  4. Luminosos (jueves)

Y aquí, el Via Crucis (texto de san Josemaría)

Espero que esto ayude a que muchas personas puedan descubrir el sentido que tiene el dolor en el hombre.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Y los fines de semana…


Ha ocurrido lo que me temía hace años, ya no puedo mover ninguna de las dos manos. Esto me ha hecho valorar todo lo que tengo y darme cuenta de lo que puedo hacer a partir de ahora.

Los sábados y domingos acostumbro a tener visitas, en mi casa, de familias al completo, estudiantes, universitarios… En ocasiones introduzco la conversación, especialmente cuando vienen estudiantes, preguntándoles si se consideran bien formados. Algunas veces asienten con la cabeza seguros de sí mismos y acostumbro a preguntarles:
“Entonces sabrás muy bien qué sentido tiene todo lo que me está pasando, por qué me ha tocado a mí y por qué Dios permite esto…"
Cuando alguien me dice que no cree en nada, añado:
“¡Fantástico! Estaba deseando saber qué sentido le da al sufrimiento una persona que no cree en nada como tú, cuando se encuentra el dolor en su vida”.
Estoy convencido que algo así les ayuda a reflexionar y plantearse el sentido del hombre en la tierra.

Sin esperar a que ellos me lo expliquen, les adelanto que para mí el cielo da respuesta a los interrogantes que nos hacemos cuando aparece el dolor en nuestras vidas.

Otras veces les comento que acostumbro a dormir mal y que de madrugada, cuando me despierto, ofrezco todos los dolores por las personas que van a venir ese día, sin saber quién será. Les digo:
“¡Debéis valer mucho porque las molestias han sido grandes!”
Si lo veo oportuno les ofrezco un ejemplar de El invitado imprevisto, lo que me permite dar continuidad a la visita, ya que les suelo decir que cuando lo lean, volvamos a vernos para que puedan darme su opinión. Sobre todo les insisto que sólo me quedan unos pocos ejemplares y que por lo tanto el libro no debe quedarse aparcado en un estante.

Ahora que el libro se ha traducido al chino y que próximamente se editará, estoy pidiendo a los hijos pequeños de mis amigos que me ayuden a rezar por los más de 1.360 millones de chinos.

Sé que la oración de los niños y los enfermos es muy querida por Jesús. Estoy convencido de que el libro será una forma de conseguir que muchas personas en China descubran a Jesús a través del dolor humano.