sábado, 17 de septiembre de 2016

¡La estrategia ha vuelto a funcionar!


Recientemente mi madre se ha ido de su casa. Lo que podía parecer una temeridad, coincide con el actuar que he tenido todos estos años de enfermedad.

Yo personalmente hace 5 años supe que quería irse a vivir a una residencia.

Cuando me preguntó mi opinión, enseguida le dije que me parecía muy bien, especialmente cuando en ese sitio sólo te aceptan si médicamente eres una persona válida.

Después de unos años de espera le dan el 'OK' y sin pensárselo dos veces tenía todo preparado para cambiar de casa.

No sé cuál hubiera sido el mejor momento para tomar una decisión de estas características, pero sí sé cuál hubiera sido el peor: cuando por el paso del tiempo necesitara de otra persona para su día a día.

Es indudable que el “invitado imprevisto” se presenta tarde o temprano en nuestras vidas, pero conviene coger el toro por los cuernos y adelantarse a una situación que puede parecer insostenible.

Cuando en el año 2010 se publicó la primera edición de El invitado imprevisto, supe que este compañero tan desagradable como es la enfermedad, podría ser de mucha ayuda para otras personas.

Realmente en la carrera me prepararon para resolver cualquier incidencia a pie de obra, pero algo tan habitual como el sentido de una pequeña molestia, o una enfermedad de mayor envergadura, lo he tenido que aprender por mi cuenta.

He podido comprobar en estos 26 años de enfermedad, que adelantarme siempre a la evolución de mi dolencia, me ha sido de mucha ayuda y que realmente la frecuencia de sacramentos es lo que me ha alentado en todo momento.

Aconsejo a mis amigos y conocidos que hagan lo mismo cuando el "invitado imprevisto" llame a sus puertas.

He querido titular este artículo “la estrategia ha vuelto a funcionar” porque realmente se trata de algo muy sencillo que evita muchas veces situaciones muy incómodas en nuestras vidas.

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