jueves, 26 de octubre de 2017

Los obstáculos están para saltarlos


En ocasiones he podido leer la preocupación que rodea a una persona enferma cuando llega el final de su vida.

Defienden con uñas y dientes que el paciente pueda rechazar los tratamientos que no quiera, que se cumplan los deseos íntimos expresados en un testamento vital, que fallezca en la intimidad y con el mínimo sufrimiento físico y psíquico posible.

Desde luego aparentemente puede parecer que se preocupan de la persona en cuestión, pero quizás conviene pararse un momento y pensar qué es lo que de verdad prefiere la persona.

Por mi parte como enfermo de esclerosis y creyente, le  ofrecería todo lo que tenga a mi alcance para que pueda vivir esos momentos lo mejor posible.

Ayuda mucho tener una fe para poder enfrentarse a situaciones como esta.

Considero de vital importancia acompañar al enfermo durante su vida facilitándole todo lo que pudiera necesitar.

Desde luego no es lo mismo un simple constipado a la esclerosis que padezco hace 27 años.

Me doy cuenta de que el enfoque ante el dolor es muy parecido en los dos casos, a nadie le gusta sufrir y desde luego no existe nada más alejado de los deseos de felicidad del hombre, que el dolor humano, por lo que deberemos tener muy claro cualquier parámetro que lo condicione.

Por un momento he pensado en todo lo que han hecho mis hermanos y los trabajadores de la empresa, desde luego parece una carrera de obstáculos. Pero tengo claro que los obstáculos están para saltarlos y no para chocar contra ellos.

Cuando me diagnosticaron la esclerosis, enseguida procuramos compensar todas las limitaciones que pudieran aparecer, con espíritu positivo y optimista.

Claramente los obstáculos están para saltarlos y nunca para chocar con  ellos.

Por un momento voy a pensar en la frase que apareció en los medios de comunicación de hace un tiempo: la muerte digna. Yo prefiero hablar siempre de vida digna y ofrecérsela a todo el mundo.

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